Somos Arhuaco, un Pueblo Milenario que, junto con los l Koguis, Wiwa y Kankwamo vivimos en la Sierra Nevada de Santa Marta, el Corazón del Mundo.
No somos:
Es vital para nosotros aclarar que la literatura de otros ha confundido al público al nombrarnos como Ika, Iku, Ijku, Businka o Busintana. Aclaramos que:
- Ikü (o Iku) significa humano, no es el nombre de nuestro pueblo. Un europeo, un asiático o cualquier otra persona es ikü. También significa "gente" en el sentido de un colectivo.
- Ijku es una palabra inexistente en nuestro idioma. Es una tergiversación.
- Businka no es un nombre de pueblo, sino un estado espiritual, similar al concepto de Nirvana.
- Busintana es una casta específica dentro de nuestro pueblo, no el nombre que nos representa a todos. Existen otras castas arhuacas.
Si bien nuestro nombre es Arhuaco, nos reconocemos y aceptamos también ser llamados Wíntukwa. Esta palabra, en nuestro idioma, significa "guardianes del todo", un título que nos identifica como la punta de lanza de la conservación del planeta, una misión que asumimos con total seriedad.

Cosmovisión arhuaca: Ley de Origen
La base de nuestra existencia es la Ley de Origen (Seyn−zare). Esta ley ancestral rige nuestra forma de pensar y de actuar. Nos enseña que cada ser vivo, cada río, cada montaña y cada acción humana tiene un impacto en el universo. La verdadera prosperidad no está en la acumulación, sino en una relación armoniosa y de mutuo beneficio con la tierra.
La Ley de Origen es la fuerza creadora del universo. Es una energía que permite que todo nazca, crezca, se transforme y renazca. Gracias a ella, todas las cosas en el cosmos están conectadas en una red de interdependencia. Nada existe por sí solo; todo lo que pasa en un lugar, ya sea positivo o negativo, se extiende como una onda por toda la naturaleza.
Esta interconexión constante es lo que nosotros llamamos Armonía o Equilibrio Universal. Reconocemos la existencia de una "Madre Universal", una visión de fertilidad infinita y movimiento perpetuo. El ciclo de sembrar, nacer, madurar, morir y renacer es la Ley de la Madre, el principio ético que guía nuestra conducta, nuestra política y nuestra organización social.
¿Qué hacemos?
En el lugar que ustedes llaman la Sierra Nevada de Santa Marta, nosotros, el pueblo Arhuaco o Wíntukwa, habitamos desde tiempos inmemoriales. No la vemos como una simple montaña, sino como el Corazón del Mundo, el lugar donde se originó toda la vida y de donde emana la sabiduría universal.
Nuestra labor es custodiar la Sierra Nevada, el Planeta y el equilibrio de la Vida. Creemos que cada acción humana tiene repercusiones en el equilibrio del universo. Nuestra misión no se basa en dominar la tierra, sino en dialogar con ella.
Por eso hacemos pagamento, un acto de reciprocidad, de equilibrio, de comunicación profunda con la Madre Tierra para reestablecer el orden natural y espiritual.
Nuestra misión
Lo que hacemos como Arhuaco es compartir con el resto de la humanidad, nuestra inquietud por la conservación de la naturaleza como fuente de recursos para la sabiduría y la vida de las sociedades.
Y la asumimos como compromiso de manera diferente porque consideramos que los esfuerzos por la conservación implican necesariamente el esfuerzo por la construcción de una sociedad más responsable y conectada con el Planeta, sin que ello signifique limitar el bienestar humano.
Nuestra invitación no es “No Tocar nada”; sabemos que es muy difícil mantener aquello que no usamos. Así que resaltamos la importancia de lograr que la calidad de vida y el bienestar humano se cualifiquen progresivamente en la medida que logremos establecer una relación armónica de beneficio mutuo con la Naturaleza.
¿Qué quieren los Arhuacos?
Como indígena Arhuaco queremos consolidar nuestro pensamiento de forma que nuestra filosofía y práctica cotidiana puedan ser consideradas como una alternativa válida para la vida de cualquier ser humano.
Pero también sabemos que voluntades similares de otras culturas han conducido a sus detentadores a generar conflictos por considerarse únicos poseedores de la verdad; por ello asumimos nuestro propósito para exhortar por la construcción de una forma de vida sensata, consciente de sus actos, que pueda ser compartida con quien quiera, pero sin la pretensión de imponérsela a quienes hayan optado por otras formas.
Sabemos que la multiplicidad de pensamiento y la diversidad cultural son tan importantes para la evolución de la civilización, así como la biodiversidad es tan importante para la evolución biológica.
La figura del Mamo como autoridad principal
La figura del Mamo es central en este sistema. El Mamo no es solo un líder, sino un consejero y un filósofo, un ser que ha dedicado su vida al estudio del conocimiento para guiar a nuestra comunidad y mantener la armonía. Él es la autoridad principal, tanto espiritual como social, que asegura la continuidad de nuestra cosmovisión.
El camino para ser un Mamo es un proceso riguroso que inicia con los Séymuke, niños y niñas nacidos con el don de ser discípulos. Estos niños son identificados incluso antes de nacer y confirmados durante el bautizo. Su alimentación es especial y diferente a la de los demás, sin sal ni grasas, consumiendo solo proteína de animales no domésticos.
¿Dónde estudia el mamu Arhuaco?
Al dejar la leche materna, los Séymuke son llevados a un centro de formación llamado Kankurwa, donde se aíslan de los estímulos externos para dedicarse por completo al estudio de la Ley de Origen.
Estas kankurwas son templos que hemos creado a imagen y semejanza de la Sierra Nevada misma, ya que nuestra montaña es, en sí misma, el templo de estudio de las leyes de la vida. A escala humana, los séymuke se forman en estos templos, recibiendo un conocimiento que los prepara para su misión de mantener el equilibrio universal.
Este proceso de ilustración, guiado por los Mamos instructores, culmina cuando se casan. Este matrimonio es visto como su graduación y el ascenso al máximo desarrollo espiritual. Después de un largo camino, se convierten en grandes sabios, líderes de nuestra comunidad y, a su vez, maestros de los nuevos sucesores, asegurando así la continuidad de nuestro legado.